sábado, 16 de julio de 2016

Cuarta Guerra Mundial


Arturo Anteo Cortés Olguín

Después de la Tercera Guerra Mundial hicimos robots para reconstrucción de las ciudades dañadas. El robot se llamaba Z. Había de otros tipos para nosotros: Limpieza, Guardias y Niñera.

El robot Limpieza nos ayudaba a limpiar, lavar platos, lavar la ropa, tender las camas y la ropa.

El robot Guardias nos ayudaba a cuidar la casa cuando no estábamos o nos venían a robar; él era la alarma o el policía.

Los militares tenían el resto: armas nucleares, robots ninja, robots camuflados, etcétera. Yo era el único que no confiaba en los militares ni en los robots.

Un día mi ex esposa me empezó a gritar por mi nombre, porque no había recogido a la niña y le había dicho que el jefe no me dejaba salir y que me había puesto más trabajo.

A las dos de la tarde fui a recoger a mi hija y le pedí a mi jefe un tiempo de descanso.

Mientras yo hablaba con mi hija Sara, hubo un apagón general y un robot anunció la destrucción de la Tierra. Todos los robots nos empezaron a atacar y fui corriendo a la casa de mi ex pareja para recogerla y llevarla a un lugar seguro. Pero nos empezaron a perseguir.

Llegamos al refugio y me seleccionaron como un soldado para recoger a las personas heridas.

Busqué por todos lados y encontré mucho muertos y personas heridas; las llevé al refugio, pero estaba cayendo una bomba atómica. Rápidamente fui al refugio, apenas pude sobrevivir.

Pasaron días para que terminara la contaminación, y cuando salí vi toda la destrucción que había.

Llegué a la conclusión de que debíamos ir a la fuente de energía y apagarla. Pero no podíamos hacerlo, así que me fui solo, y la sigo buscando y no descansaré hasta encontrarla.

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