Arturo Anteo Cortés Olguín
Después de la Tercera Guerra Mundial hicimos robots para reconstrucción de las ciudades dañadas. El robot se llamaba Z. Había de otros tipos para nosotros: Limpieza, Guardias y Niñera.
El robot Limpieza nos ayudaba a limpiar, lavar platos, lavar la ropa, tender las camas y la ropa.
El robot Guardias nos ayudaba a cuidar la casa cuando no estábamos o nos venían a robar; él era la alarma o el policía.
Los militares tenían el resto: armas nucleares, robots ninja, robots camuflados, etcétera. Yo era el único que no confiaba en los militares ni en los robots.
Un día mi ex esposa me empezó a gritar por mi nombre, porque no había recogido a la niña y le había dicho que el jefe no me dejaba salir y que me había puesto más trabajo.
A las dos de la tarde fui a recoger a mi hija y le pedí a mi jefe un tiempo de descanso.
Mientras yo hablaba con mi hija Sara, hubo un apagón general y un robot anunció la destrucción de la Tierra. Todos los robots nos empezaron a atacar y fui corriendo a la casa de mi ex pareja para recogerla y llevarla a un lugar seguro. Pero nos empezaron a perseguir.
Llegamos al refugio y me seleccionaron como un soldado para recoger a las personas heridas.
Busqué por todos lados y encontré mucho muertos y personas heridas; las llevé al refugio, pero estaba cayendo una bomba atómica. Rápidamente fui al refugio, apenas pude sobrevivir.
Pasaron días para que terminara la contaminación, y cuando salí vi toda la destrucción que había.
Llegué a la conclusión de que debíamos ir a la fuente de energía y apagarla. Pero no podíamos hacerlo, así que me fui solo, y la sigo buscando y no descansaré hasta encontrarla.
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