miércoles, 28 de diciembre de 2016

El increíble logro de unas cuantas letras



Desde que nací mis padres me leían para entretenerme. Me contaban que me gustaba mucho cuando lo hacían. A mis dos años me compraban muchos libros; recuerdo que algunos eran de Elmo, y esos eran los que más me atraían. Ellos me los leían o yo hacía como si los leyera, inventando mi propia historia, ya que en ese entonces no sabía leer.
En cuanto a la escritura nunca fui de esas personas que les gusta, ni de pequeño me llamó tanto la atención. Miraba cómo mis familiares escribían, ya fueran mis padres, primos o hermanos mientras hacían sus tareas. Solo me preguntaba cómo era que escribían tanto, cosa de la que me fui dando cuenta conforme el paso de los años.
Algo que sí me gustó mucho de pequeño fue jugar a la escuelita con mis primos, y mi prima la mayor de todas me enseñó bastante, pues ella sabía leer y escribir.
Cuando tenía seis años ya había pasado a primer grado de primaria. Fue una nueva etapa, que disfruté mucho, porque fue cuando desarrollé más mi lectura y escritura, ya que antes escribir era lo que más se me dificultaba, porque –como ya dije– nunca fui una de esas personas que les interesa la escritura.
Los cuatro primeros grados de primaria me sentí muy inclinado hacia la lectura, pues siempre la practicaba; me agradaba bastante, porque era algo nuevo y aprendía gran cantidad de cosas. Cada viernes pedía un libro a mi profesora, pues en el salón teníamos un “rincón de libros”, los cuales podías tomar con su permiso. El que más me interesó fue uno que trataba sobre el águila que está devorando a la serpiente, y la historia del símbolo patrio de nuestra hermosa bandera.
En primaria también me atraía leer con frecuencia acerca de los niños héroes –que era mi tema favorito desde el jardín–. Nunca tuve un libro sobre eso, pero en la computadora de mi hermano mayor buscaba textos al respecto, ya que me encantaban. Mi sueño era visitar el Castillo de Chapultepec, aquel tan nombrado en todas las narraciones; y ese sueño se me cumplió en el 2012, cuando acudí a un nacional de basquetbol.
Desde que pasé a la secundaria poco a poco he perdido el interés por la lectura, aunque entonces fue cuando más libros leí, en primer grado. Fueron exactamente cinco: cuatro de ellos eran de la serie de El diario de Greg; y del otro no recuerdo su nombre, pero es uno que me maravilló y que en ningún momento quería abandonar. Igualmente perdí interés por la escritura, pero siempre estoy tratando de recuperarlo de alguna manera.
Para seguir leyendo sin comprar libros entro a internet a buscar relatos, también leyendas; pero trato de que sean de terror, porque es mi tema preferido en estos momentos. Eso es lo que más me entretiene y puedo durar horas en su lectura.
Espero que leer me vuelva a llamar mucho la atención en la preparatoria, como en la primaria, ya que es algo increíble, porque mientras lees te vas imaginando toda la historia, e incluso puedes soñar con los ojos abiertos. Es asombroso cómo solo unas letras pueden lograr tal cosa.


lunes, 26 de diciembre de 2016

Gritos de agonía en La Cachanilla



Todo comenzó en 1989, cuando en la ciudad de Mexicali la economía se encontraba en su máximo esplendor. Era la época en la que se construyó la plaza La Cachanilla, donde todas las familias mexicalenses pueden pasar un bello domingo (después de misa), echando un vistazo a los aparadores, disfrutando de una rica comida y de vez en cuando comprando unas cuantas cosas necesarias.
Aquella plaza es una buena manera de ver transcurrir el tiempo, pues es un lugar agradable y con un ambiente muy sano. El problema comenzó con el rumor de que en las noches se escuchaba una voz un tanto terrorífica que gritaba en agonía. Los veladores siempre escuchaban ese grito; sin embargo, por miedo a que les pasara algo, no averiguaban de dónde provenía.
Se relata que en una ocasión, después de unos cuantos cambios de veladores, uno de los nuevos, que era joven y aventurero, se decidió por averiguar la procedencia de esos gritos. Se acercó al área de comidas y, con la boca abierta, vio pasar frente a él lo que nunca imaginó: la aparición de una mujer blanca como la nieve. El muchacho quedó impactado ante tal suceso.
Después de unos cuantos meses, comenzaron a correr versiones de quién es la mujer que en las noches aterroriza a los veladores.
Se dice que aquella mujer proviene de tiempos más antiguos, cuando en Mexicali el PRI tenía en sus manos el poder y estaba por finalizar la época del oro blanco. Cuando la famosa Jabonera del Pacífico estaba en crisis total y se encontraba a punto de cerrar.
La fábrica en sus tiempos de gloria había dado empleo a muchos hombres, ayudando a la economía de la ciudad. Atrás de aquella empresa se encontraba una colonia habitada por muchos de sus trabajadores. Entrando los años ochenta y ya sin la Jabonera en funcionamiento, muchos empleados se mudaron, buscando casa un tanto más céntrica.
Se dice que en una de esas viviendas residía una pareja de recién casados, muy enamorada. El hombre era alto, grande, de tez morena, tosco y brusco. Celaba mucho a su querida esposa, pues ella era muy bella y antes de él tuvo muchos pretendientes.
La mujer era de tez blanca. Tenía cabellera negra y grandes ojos verdes; era muy querida por toda la colonia, pues siempre se encontraba ayudando a sus vecinos. Se cuenta que su esposo todos los días salía de su casa a las siete de la mañana y regresaba a las seis de la tarde.
El señor era muy violento, pues al llegar siempre estaba enojado, pensando que su amada lo estaría engañando, pues él nunca se encontraba en su casa y ella era demasiado bella para quedarse todo el día sin compañía. Él ya tenía algunas sospechas con algunos vecinos; sin embargo, nunca había encontrado a su esposa en el acto infiel.
Pasaron meses en los que el hombre llegaba con aquella intuición a su hogar, y se dice que no fue hasta que salió más temprano del trabajo cuando encontró a su esposa con aquel vecino del que había sospechado desde hacía meses.
En ese momento se encontraba pasando por la calle una mujer de unos ochenta años de edad que vivía a una cuadra de la pareja. Ella escuchó los gritos y se asomó a observar qué ocurría. Vio cuando el hombre, con rabia, tomó a su esposa a la fuerza, y ésta, en un mar de lágrimas, suplicaba que la soltara.
Se dice que el hombre fue visto con su mujer por última vez en aquel terreno donde había funcionado la Jabonera. Se cree que él, entre sus enojos y celos, acabó con la vida de su esposa en aquel lugar, dejándola abandonada ahí. Es por eso que ahora el espíritu de aquella joven ronda por las noches entre tristezas y llantos, pidiendo a su amado una última oportunidad.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Oda al "Oso"



Oso querido,
Oso adorado,
te lanzo un juguete
y brincas de lado.

Ladras mucho
para salir
y ladras más
para entrar.

A la hora de dormir
siempre buscas tu lugar,
pero en las noches frías
conmigo quieres estar.


Infinita



Aylin odiaba su vida, creía que era muy sarra, ¡se le hacía tan aburrida! No le gustaba nada, muy difícil era esa morrilla. Además, nunca tenía dinero para salir, porque su familia era muy pobre, con sus padres trabajando en el fil.
Un día iba para Calecia. Ahí tenía mucha familia y a su mamá le gustaba mucho comprar ahí su mandado, aunque Aylin no sabía por qué; simplemente no le importaba.
Desde un tiempo le dolían mucho los huesos y también el cuerpo. Iba mucho al doctor en Chicali, pero nunca en El Centro. Entonces ese día, después de ir al mandado, su mamá decidió llevarla a El Centro con el doctor. Cuando llegaron al hospital metieron a Aylin a un cuarto para hacerle unas pruebas. Una hora pasó y ella seguía esperando los resultados.
Cuando entró el doctor, le dijo a Aylin: “Mija, ¿hace cuánto tiempo que no vienes al doctor?”. Aylin respondió: “Unos meses, doctor. ¿Por qué?”. “Mija --le explicó el  médico--, tienes tres tumores situados en tu espalda. Pero no te preocupes, todo estará bien”. Hizo una pausa y continuó: “¿Has escuchado de un tipo de tratamiento que se llama quimioterapia?”. Por un momento Aylin se quedó completamente callada. No podía pensar en las palabras para decir algo. Entonces empezó a llorar y el doctor salió del cuarto.
Los meses pasaron y Aylin seguía empeorando. Mientras tanto empezó a valorar su vida y realmente pensar en el poco tiempo que le quedaba. Llegó el día en que supo que no le quedaba más tiempo, a pesar de que los doctores decían lo contrario. Sin embargo, ella lo sabía, ya que había escuchado al médico hablando con sus padres.
Aylin ya sabía que se iba a morir, por lo cual decidió pedirle a sus padres que la llevaran a Rosarito. A ella le encantaba ese lugar, de hecho siempre quiso vivir ahí.
Le dijo a su mamá: “¿Qué piensas de Rosarito?”. Su madre le respondió: “Chiquita, no sé. No tengo ni una cora para el tratamiento, mucho menos para pensar en ir a Rosarito”. Aylin se agüitó.
Sin embargo, decidieron irse con el poco dinero que habían ahorrado. El siguiente día toda la familia partió. En el camino, aunque Aylin se sentía mal, estaba muy feliz. Le encantaban los viajes largos en carretera, escuchando música con sus audífonos, mirando las montañas y los carros pasar.
Se quedaron con su tía Michel. En cuanto llegaron a su casa y tras un “Aló”, se fueron a la playa. Aylin amaba la playa, le encantaba el mar y la sensación que sentía al estar ahí, se sentía infinita. Le encantó cada segundo que estuvo a la orilla del mar.
Pero se le acabó el tiempo y pronto empezó a ver la luz.
Ella, feliz en el cielo, sin sufrir. Ya estaba en paz y cuidando desde allá a sus padres y a todos los que amaba.


sábado, 24 de diciembre de 2016

En un día de febrero


Gabriel Adolfo Moreno Sánchez de la Vega

En un día de febrero
del Mexicali abrasador
cabía hasta un carguero
ya que el agua con su aspecto abastecedor
se llevó todo sin un pero.

Las familias de huir trataban
hacia el cercano Caléxico huían
todos juntos como manada caminaban
pero lo que no sabían
era que mientras se iban
muchas casas se destruían
mientras los niveles de agua subían.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Siglos atrás



En el siglo XVIII se extendió la población indígena por la parte norte de Baja California; una de las etnias que vivía por ahí era la de los kumiais. El tema es atrayente por ser una historia que sucedió hace muchos años; eso es muy impresionante, pues la anécdota se conservó, para que los lectores de la actualidad conozcan un poco más de las personas que habitaron las mismas tierras de la gente de hoy en día.
El autor Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar, en el artículo titulado “Jatñil, 'CaballoNegro'” (publicado en el blog El Algodón Salino), habla de forma breve pero clara sobre la vida de un indígena de la etnia kumiai, llamado Jatñil. Al inicio del texto, nos da conocer un poco de la historia, en dónde se localiza, de quién se va a hablar, incluso cuándo sucedió lo que nos platica.
El escritor organiza el artículo de una manera interesante y práctica: primero habla de que en la frontera de Baja California había pobladores indígenas. Luego, de un niño destinado a ser el líder de su etnia, los kumiais. Después, sobre los enfrentamientos que tuvo al ser el dirigente y cómo los resolvió. Finalmente, da reconocimiento a la vida de Jatñil por ser un personaje que logró sobrevivir generación tras generación, para poder contar su historia por muchos años más.
Las primeras ideas que el autor da a conocer son que la mayor parte de los indígenas de ese tiempo que poblaron La Frontera eran de la etnia kumiai, y que entonces nació un niño con el destino de ser el líder de la tribu.
Después de presentar la juventud de Jatñil, el autor continúa el texto con el subtítulo “Con las gentes de razón”, y nos podemos dar cuenta de que ya no habla del personaje como un infante, sino como el “Capitán Jatñil”.
A lo largo del texto, Gutiérrez Aguilar se ayuda con la función metalingüística de la lengua, para definir unas palabras de la época; asimismo, con la función referencial, la cual es la predominante en el artículo. En el segundo párrafo podemos notar que se expresa en plural, en tercera persona (ellos/ellas), cuando se refiere a los grupos indígenas; pero más adelante comienza a hablar en singular, en tercera persona (él), pues hace referencia al protagonista.
En esta parte del texto se pueden encontrar varios ejemplos de las funciones de la lengua empleadas, por ejemplo, la metalingüística: “A él se le llamó Jatñil, que en su lengua significa Caballo Negro”. Otro claro ejemplo es la referencial: “El capitán Jatñil, según sus descendientes, era un hombre fuerte, enorme, de fiero aspecto y muy sabio...”.
En el artículo también podemos encontrar los recursos explicativos que se presentan en los textos expositivos. Hay explicaciones:
Una vez bautizado, Jatñil se adentró en las actividades de recolección y preparación de alimentos, pues, como todos los niños, pasaba la mayor parte de su tiempo junto a su madre y las mujeres de la tribu.
También se pueden encontrar citas textuales:
Mi padre me decía que esta tierra sería de las gentes de razón y que no fuese yo contra ellas, así como no fueron a él, ni mi abuelo; todos fuimos siempre amigos de los blancos. 
En la cita anterior el autor transcribe lo expresado por el indígena a los misioneros y soldados con los que trabó alianzas.
Asimismo se pueden encontrar paráfrasis:
Su nieto Juan Mishkwish recuerda que a fines de los años ochenta del siglo XIX le tocó asistir a un kerok (ceremonia fúnebre), organizado por su abuelo.
Igualmente hay ejemplificaciones:
Pero este niño también vivía como tal, se divertía, jugaba: a las “guerritas”, a resbalarse por las laderas, a correr por el campo y nadar en los represos, a patear la pelota.
Por último, podemos concluir que el autor emplea varios recursos para explicar las ideas principales de su texto; además de utilizar una voz enunciativa en tercera persona, en ocasiones hablando en plural y otras en singular, lo cual le da un toque de sutileza al escrito.
Asimismo podemos notar que en el artículo la función de la lengua predominante es la referencial, como en todo texto expositivo; incluso se utiliza en ocasiones la función metalingüística para definir algunas palabras.
Además, menciona en el texto lo antigua que es la historia, lo cual la hace interesante. El autor habla con claridad y brevedad, formando su exposición con un fin de divulgación, utilizando un lenguaje sencillo para que todo público logre entender lo expresado en el artículo.

Referencia:
Gutiérrez Aguilar, Carlos Alberto, “Jatñil, ‘Caballo Negro’”. Publicado el 6 de agosto de 2007 en el blog El Algodón Salino. Disponible en: http://elalgodonsalino.blogspot.mx/2007/08/jatil-caballo-negro.html. Obtenido el 25 de noviembre de 2016.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

El gran pez de luz



Viernes 18 de julio de 2014
10:00 pm

Hay días que no se olvidan, y son esos que te acompañan el resto de tu vida.
Esta noche, junto con mi hermano Totó, nos encontrábamos navegando en lo que eran las aguas de la cocina. Uno pensará que es lo normal, lo más común que mi hermano Totó y yo hacemos todas las noches. Pero están equivocados, hoy fue un día icono, memorable…: el avistamiento del gran pez de luz. Un animal mítico, que muchas veces estuvimos pensando de él, imaginando cómo sería y qué sentiríamos a la hora de capturarlo. Sin embargo, nunca nos habíamos propuesto buscarlo y atraparlo.


Sábado 19 de julio de 2014
 8:00 pm

Mi hermano y yo estuvimos esperando todo el día. Nuestros padres no se iban, estábamos desesperados. Por fin dieron las ocho de la noche y se fueron. No teníamos problemas con eso, porque aun así teníamos en mente otra cosa: capturar al gran pez de luz.
Como solamente pensábamos en eso, a ninguno de los dos nos pasó por la cabeza tener los preparativos necesarios para su captura. ¡Menuda ira que me llevé! Le grité a Totó que cómo podía ser que no se le hubiera ocurrido esa idea de tener listas las cosas que ocuparíamos. Por supuesto que se enojó y me reclamó que no era solamente culpa suya. Con esa pelea, se nos quitó el antojo de seguir navegando.


Domingo 20 de julio de 2014
9:00 pm

Hoy no tuvimos el entusiasmo de salir a buscar el pez.


Lunes 21 de julio de 2014
5:00pm

Comúnmente nuestros padres se quedan con nosotros entre semana, pero hoy este no fue el caso. Nos dijeron que hasta el jueves volverían a estar junto con nosotros por las tardes, por la razón de que tienen que resolver un inconveniente.
La pelea con mi hermano ya había acabado, añadiendo el enojo que nos habíamos llevado los dos. Así que, para celebrar tal acontecimiento, decidimos volver a buscar y capturar a nuestro ser mítico... aunque se nos volvió a olvidar preparar las cosas que ocuparíamos en su búsqueda y captura. Sin embargo, esta vez no le grite a Totó ni él me reclamó. Habíamos aprendido la lección, así que decidimos mejor esperar hasta mañana.


Martes 22 de julio de 2014
5:30 pm

Esta vez alcancé a decirle a mi padre si nos pudiera conseguir una caña de pescar. Perplejo por el pedido, me preguntó para qué demonios iba a utilizar eso, si ya no me bastaba con los tanques de oxígeno y la lancha. Pero le hice saber que no podemos tener una navegación sin tener a nuestro lado una buena caña de pescar. Con eso fui capaz de convencerlo. Seguramente lo hizo porque no quiere arruinar mi diversión e imaginación de la infancia.
Me dijo que me la traerá hasta mañana. Para tener ya todo listo para el gran día, decidimos ir a observar al gran pez de luz, cómo se comporta y qué tendremos que hacer mañana para lograr su captura.


Miércoles 23 de julio de 2014
8:00 pm

Mi padre me dio la caña de pescar alrededor de las tres de la tarde. Claro que antes tuve que responder las dudas de mi madre de para qué fin la utilizaré. Supongo que aceptó mis excusas por la misma razón por la que las aceptó mi padre.
Cuando dieron las seis estábamos nerviosos. Aunque ya teníamos todo planificado, no sabíamos cómo iba a salir ese gran momento. Teníamos con nosotros mismos la caña de pescar, una red de pescar que nos habíamos encontrado por ahí y el violín de Totó. Le encantaba tocar su instrumento algunas veces cuando nos encontrábamos navegando, aunque era una total escoria para tocar siquiera una sola nota.
Estuvimos navegando un buen rato. Empezamos a tener un poco de miedo por no encontrar al pez. Cuando ya habían pasado alrededor de treinta minutos de que zarpamos, oí el grito de mi hermano diciendo “¡Ahí está!”, volteando hacia su dedo índice, indicándome en dónde se encontraba la leyenda que íbamos a capturar… Ahí estaba, a poca distancia de nosotros.
Actuamos rápido, como lo habíamos practicado, Totó tomó los remos y yo la caña de pescar, elevando la voz para que se acercara al pez y pudiera lanzar el anzuelo, y con eso tener lista la red con la que lo atraparíamos. Fue una batalla agotadora, tantos intentos, cada uno mejorando las técnicas de captura, ¡más cerca, más cerca…! Pero todo fue en vano, todos los intentos, fallidos.
Una vez que el ser mítico escapó, solamente me senté en la lancha y me lleve las manos a la cara. Era muy fuerte ver cómo un sueño tuyo se va poco a poco. Entre mis dedos vi cómo Totó agarraba su violín para tocarlo y por eso me quité las manos de la cara para gritarle: “¡Imbécil, ni se te ocurra tocar aunque sea una nota, que no ando de humor para escuchar tus equivocaciones!”. Sin embargo, esas notas fueron distintas: parecía que el violín sentía el ambiente de esperanzas perdidas. Escuchando unas hermosas notas, mi cólera iba bajando poco a poco. Al rato, cuando Totó paró de tocar su solo, la última nota hizo que llegara un cuerpo de gran volumen, aterrizando justamente en la red, a nuestra disposición... ¡El gran pez de luz… a nuestra merced!
Nuestras caras llenas de asombro. El violín era el anzuelo, sin lugar a dudas. Solamente fuimos capaces de llevar nuestra caza a un lugar donde lo pudiéramos colocar. No sabíamos qué hacer con él, seguíamos perplejos. Seguramente mañana, ya que estén nuestros padres en la tarde, les diré si pueden preparar esa majestuosidad para comer. No sé qué historia me inventaré para no asustarlos.
Un desafío, un sueño, uno al que en un principio nunca le habíamos puesto atención alguna. No lo puedo creer. ¿Será que los sueños que nunca te propones convertirlos en una realidad son aquellos que dan mejores resultados? No lo sé… A mi parecer… sí.

Texto escrito a partir del cuento “La luz es como el agua”, del escritor colombiano Gabriel García Márquez.


martes, 20 de diciembre de 2016

2/08/16




Todo comen el 26 de julio de 2016; faltaba una semana exacta para entrar a clases y los nervios me inundaban. Esta era una nueva etapa en mi vida, al igual que la de muchos de mis compañeros. La idea del primer día de clases en la preparatoria del Salvatierra me aterraba de verdad; pero traté de no pensar tanto en ello y me dediqa disfrutar mis últimos días de vacaciones.
Ir a una escuela con nuevos compañeros, maestros, normas y todo eso… era una idea que ya llevaba tiempo asimilando (comienzos de tercer año de secundaria). Por ello fue que cada día que pasaba en mi querido Colegio Frontera (que fue como mi segundo hogar) disfrutaba cada momento, ya que eran como mi familia, después de haber estado ahí nueve años.
A que, claro, la idea de iniciar esta etapa de cierta manera era algo difícil. Pero cuando llegó ese día en realidad traté de tomármelo con calma. Tal vez al principio de la jornada no era nada como yo lo esperaba. Me había levantado temprano para no llegar tarde sobre todo en el primer día de clases; pero, pensando que el horario de entrada era las 8:30 a.m., siendo en realidad las 8:00 a.m., llegué un poco tarde.
Y fue algo incómodo, sobre todo en el primer día: todos ya estaban en sus asientos, quedando solo un lugar en la primera fila. Y fue horrible, porque de verdad no quería dar una mala impresión. Deseaba con toda mi alma el que no llegara la hora del recreo, porque ahora estaría muerta. Tenía mucho miedo, ya que había a como grupitos de gente que se conocían, y no sabía muy bien cómo acercarme a ellos sin parecer una loca.
Pero al final de este no me fue tan mal: hice dos amigas y un amigo nuevo, y, aunque no conocía a todos los maestros, los que se presentaron me cayeron muy bien. Eso fue el primer día de la semana de inducción, la cual de verdad agradecí, porque esa fue una semana para adaptarnos todos en general, conocernos; la escuela (sus instalacionesprogramas que tiene, etcétera) y saber cuál era la forma de trabajo y evaluación de cada uno de los maestros.
Debo admitir que, entre s pasaban los días de la semana de inducción, adquiría s confianza, ya no me sentía tanto como una loca en medio de un mundo tan nuevo para mí. Aunque aún me sigo preguntando por qué todos los padres o la mayoría dicen: “Ya vas a entrar a la prepa”. Y es que cada vez que lo dicen, es como si esperaran s cosas de nosotros, o tal vez les aterra que cambiemos nuestra forma de ser (que nos droguemos, empecemos a tomar, tengamos malas amistades). Pero eso al menos a mí creo que no me pasará.
La universidad es otro tema fundamental. Si la secundaria son tres años y se pasan volando, la prepa, que es igual, ¡imagínense!; si pensamos, ya no nos falta tanto tiempo para tomar esa decisión tan importante en la vida: ¿qué quiero estudiar?, ¿qué voy a estudiar?, o  ¿cuál es la vocación de mi vida? Y, claro, a los padres les preocupa ver a sus hijos crecer tan rápido, porque cuando llegue ese momento de hacerse la pregunta el único que podrá responderse se uno mismo.
Ya faltando pocos días para entrar, podía escuchar la opinión de mucha gente de la preparatoria del Salvatierra, entre ellos mis familiares: Esta se de las mejores etapas de tu vida, disfrútala al máximo”, Aquí harás los amigos de tu vida”, El Salvatierra es una excelente escuela, aprovéchala. Mi madre, antes de inscribirme aquí, me dijo: ¿Es aquí donde quieres entrar?.
Mucha gente me daba su propia opinión del Salva. Algunos decían que aquí vendían drogas, que era muy pesado el ambiente, que había muchas personas sangronas, y otros comentarios muy positivos la describían como una excelente preparatoria. Pero no es que no me gustara, en realidad no sabía a qué escuela me quería meter; lo único que no quería era entrar al COBACH o al CECYTE, prefería una escuela privada.
Había tantas opciones, pero para mí las únicas eran el Salva, el CETYS o el Colegio de las Américas; no sé, las des escuelas no me llamaban mucho la atención.  Pero dije: ¿por qué no intentar algo nuevo y arriesgarse? Yo estaba acostumbrada s bien a una escuela pequeña, con pocos alumnos pero supe que quería cambiar eso. Y a fue como me inscribieron aquí. Y la verdad es que yo no quería tener expectativas demasiado altas acerca de la prepa, porque me podía llevar una sorpresa.
Tampoco quería juzgar antes de tiempo, a que conocí primero la escuela y luego a mis compañeros. Tenía algunas expectativas, como el hacer nuevos amigos, adaptarme a la forma de trabajo, a los maestros, y por supuesto sacar buenas notas; pero no estresarme tanto por el 10, sino divertirme y pasármela bien en mi estadía.
Otra de mis expectativas ahora es salir muy bien preparada para lograr ingresar a la carrera y universidad que deseo, crecer, enriquecerme y formarme como persona; aprender de todas y cada una de las experiencias que tenga, estar totalmente segura de lo que voy a estudiar, y a la vez estar muy feliz con mi decisión; sentirme muy contenta y orgullosa por todo lo que he logrado, y no solo, como ya dije, encontrar o hacer nuevos amigos, sino amistades de esas que duran para toda la vida.
Adquirir más confianza en mí misma, entender quién soy y por qué soy como soy, y amarme así, con mis defectos y virtudes. Aprender de cada maestro que tenga no solo conocimiento, sino la forma de ser distinta de cada uno, vivir la vida al máximo, exprimir cada momento, ilustrarme y empaparme de un poco de cada uno de mis compañeros; sentirme parte de la experiencia y familia Salva y crear un bonito lazo. Madurar y esforzarme para lograr mis ideales y objetivos. Ser feliz y apreciar lo que tengo, que al término de la preparatoria me queden muy bonitos recuerdos de esta.
Que siga en contacto con mis amigos de la secundaria y que las que pensé que eran amistades para toda la vida prevalezcan; rodearme de personas llenas de buenas vibras y deseos. No arrepentirme de nada, sino de cada momento triste o amargo sacar algo bueno, y solo deseo ser yo y sentirme bien conmigo misma.
Esta nueva escuela significa un nuevo desafío para mí, y como me gustan los retos y las cosas nuevas decidí aceptarlo y no rendirme antes de tiempo; y, claro, una actitud positiva ante todo. Quizás el primer día no fue tan como lo esperaba, pero me dije: ¿y qué tal si mañana me va mejor? Y la verdad es que sí me gustó el Salva, y puedo decirlo de lo poco que tengo conocndolo, a pesar de algunos comentarios negativos sobre él.
Debo decir que esta fase puede ser s de lo que esperaba. La secundaria fue una buena etapa (con mayores libertades que en la primaria, y eso me agradaba), y ahora en la prepa muchas s; pero es cierto que entre s libertades tengas, también s responsabilidades. Una de las cosas que s me llamó la atención fueron los recreos y la hora de salida. En mi colegio pasado sólo teníamos un receso de 30 minutos, y ya como a las 10; pero aquí tenemos en cada hora (de 10 o 15 minutos).
La salida es s temprano, ya que aquí tres días salimos a la 1:00, lo que me parece un alivio. El tener nuevos compañeros, también, porque en cierto punto conocía a la misma gente de toda la vida,  debido a que algunos estuvieron desde primero de primaria conmigo, y otros desde preescolar. Y, pues sí, a pesar de todo extraño demasiado a mis compañeros.
Creo que es aquí cuando te darás cuentas de quiénes son tus verdaderos amigos y quiénes tal vez no. Finalmente, espero algún día poder volver a leer este texto y haber finalizado la preparatoria, que esta sea una bonita experiencia para mí y que la mayoría de mis expectativas se cumplan.