domingo, 25 de diciembre de 2016

Infinita



Aylin odiaba su vida, creía que era muy sarra, ¡se le hacía tan aburrida! No le gustaba nada, muy difícil era esa morrilla. Además, nunca tenía dinero para salir, porque su familia era muy pobre, con sus padres trabajando en el fil.
Un día iba para Calecia. Ahí tenía mucha familia y a su mamá le gustaba mucho comprar ahí su mandado, aunque Aylin no sabía por qué; simplemente no le importaba.
Desde un tiempo le dolían mucho los huesos y también el cuerpo. Iba mucho al doctor en Chicali, pero nunca en El Centro. Entonces ese día, después de ir al mandado, su mamá decidió llevarla a El Centro con el doctor. Cuando llegaron al hospital metieron a Aylin a un cuarto para hacerle unas pruebas. Una hora pasó y ella seguía esperando los resultados.
Cuando entró el doctor, le dijo a Aylin: “Mija, ¿hace cuánto tiempo que no vienes al doctor?”. Aylin respondió: “Unos meses, doctor. ¿Por qué?”. “Mija --le explicó el  médico--, tienes tres tumores situados en tu espalda. Pero no te preocupes, todo estará bien”. Hizo una pausa y continuó: “¿Has escuchado de un tipo de tratamiento que se llama quimioterapia?”. Por un momento Aylin se quedó completamente callada. No podía pensar en las palabras para decir algo. Entonces empezó a llorar y el doctor salió del cuarto.
Los meses pasaron y Aylin seguía empeorando. Mientras tanto empezó a valorar su vida y realmente pensar en el poco tiempo que le quedaba. Llegó el día en que supo que no le quedaba más tiempo, a pesar de que los doctores decían lo contrario. Sin embargo, ella lo sabía, ya que había escuchado al médico hablando con sus padres.
Aylin ya sabía que se iba a morir, por lo cual decidió pedirle a sus padres que la llevaran a Rosarito. A ella le encantaba ese lugar, de hecho siempre quiso vivir ahí.
Le dijo a su mamá: “¿Qué piensas de Rosarito?”. Su madre le respondió: “Chiquita, no sé. No tengo ni una cora para el tratamiento, mucho menos para pensar en ir a Rosarito”. Aylin se agüitó.
Sin embargo, decidieron irse con el poco dinero que habían ahorrado. El siguiente día toda la familia partió. En el camino, aunque Aylin se sentía mal, estaba muy feliz. Le encantaban los viajes largos en carretera, escuchando música con sus audífonos, mirando las montañas y los carros pasar.
Se quedaron con su tía Michel. En cuanto llegaron a su casa y tras un “Aló”, se fueron a la playa. Aylin amaba la playa, le encantaba el mar y la sensación que sentía al estar ahí, se sentía infinita. Le encantó cada segundo que estuvo a la orilla del mar.
Pero se le acabó el tiempo y pronto empezó a ver la luz.
Ella, feliz en el cielo, sin sufrir. Ya estaba en paz y cuidando desde allá a sus padres y a todos los que amaba.


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