Pupis, una
inteligente persona, de buena educación, experiencias, ex trabajadora del IMSS
con un puesto muy alto, encargada de la oficina; de nombre María Guadalupe
Andrade Moreno. Fanática de los juegos de baloncesto y de salir a convivios con
sus sobrinos.
Se
ha enfrentado a un clima muy caluroso, pero ya está acostumbrada; una persona
dispuesta a escuchar, bromista y ayudar a los demás. La entrevisté en su casa,
adentro en su recámara; las paredes pintadas con colores claros, que daban más
alegría, y unos bonitos arreglos. Tomando un jugo de naranja y con su humor
alegre, dispuesta a responder todas mis preguntas.
¿Cuánto tiempo
tiene en Mexicali?
Hace
41 años llegué, yo tenía cuatro años de edad. Mi hermano mayor y mis dos
hermanas menores también se vinieron a Mexicali, como estaban bebés aún; mi
mamá era ama de casa.
¿Cómo era el
lugar donde vivía?
Es
un pueblo en Sonora muy pintoresco y tradicional.
¿Le gustaba?
Sí, porque ahí estaba toda mi familia y era un
lugar muy tranquilo.
¿Por qué razón
se vino a vivir aquí?
Porque
mis padres decidieron venirse a trabajar a esta ciudad, y por esa razón es que
estamos viviendo aquí.
¿Cómo era
Mexicali cuando llegó, o cuando usted era niña?
Con
menos población, con el mismo clima, menos delincuencia y mayor seguridad.
¿Dónde estudió y
de qué carrera se graduó?
En
el ITM (Instituto Tecnológico de Mexicali), de la carrera de ingeniería
industrial.
¿Qué deportes
practicaba antes, preferentemente conocidos en Mexicali?
Jugaba
voleibol cuando estaba en la primaria y secundaria, donde logré llegar hasta la
etapa de zona.
¿Dónde ha
trabajado?
Trabajé
en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) por muchos años.
¿Cómo ha vivido
la época de calor en esta ciudad?
Pues
ha aumentado con los años y todavía no me puedo acostumbrar, y en Magdalena
(Sonora) no es tan húmedo ni tan caliente.
¿Qué
acontecimientos importantes han ocurrido desde que llegó a Mexicali?
La
Serie del Caribe, los campeonatos de los Soles de Mexicali, el sismo de 7.2 que
hubo en el 2010, se construyeron los puentes de Lázaro Cárdenas y López Mateos,
el concierto de Pavarotti en la Laguna Salada y los cambios de presidentes.
¿Cómo se sintió
cuando transcurrió el terremoto de 2010?
Con
mucho temor, porque hubo daños materiales y humanos. Lo bueno, que en nuestra
familia no falleció nadie, ni mucho menos.
¿Qué lugares históricos
de la ciudad conoce?
La
Plaza Calafia, la Escuela Leona Vicario, la Chinesca –que se encuentra en el
centro de la ciudad, pero hoy en día ya casi no hay habitantes–, el Centro Cívico,
la iglesia catedral, el museo de la UABC, el Sol del Niño, la Cervecería, el zoológico
de la ciudad, la Plaza Cachanilla, el monumento a Benito Juárez, entre otros.
¿Qué otros lugares
ha visitado de Mexicali?
El
museo Sol el Niño el Auditorio del Estado, el estadio de béisbol, la plaza de
toros Calafía, la Biblioteca del Estado, el Bosque de la Ciudad, los cines, el
Teatro del Estado, los casinos.
¿Cuál es su
lugar favorito? ¿Por qué?
En
sí no tengo uno, pero adonde más me gusta ir es a juegos de basquetbol, porque
mis sobrinos son basquetbolistas; y uno que otro día a fiestas con mi familia.
¿Le gusta
Mexicali? ¿Por qué?
Sí,
porque ya me acostumbré a vivir aquí y está la mayor parte de mi familia.
¿Donde vivía
antes es diferente a Mexicali?
Si,
allá no hay sismos; el frío es más extremo, debido a las montañas que están
alrededor del pueblo, y casi no hay lugares para divertirse, como cines, plazas
o sitios de entretenimiento.
¿Cómo ha
cambiado la ciudad?
Mucho,
se ha modernizado: en sus vialidades, en sus edificios, y su población ha
crecido enormemente; ha aumentado la inseguridad de las personas por tanta
delincuencia provocada.
¿Cuál es su
opinión sobre Mexicali hoy en día?
Es
una ciudad agradable para vivir, ya que hay más lugares adonde salir a
divertirse, pero desgraciadamente con mucha delincuencia e inseguridad.
Después de casi dos horas de platicar, nos despedimos y le di las gracias por permitirme haberle quitado parte de su tiempo, y esperando volvernos a ver para seguir riendo con sus anécdotas de adolescente.
Después de casi dos horas de platicar, nos despedimos y le di las gracias por permitirme haberle quitado parte de su tiempo, y esperando volvernos a ver para seguir riendo con sus anécdotas de adolescente.
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