Íbamos caminando de regreso a casa. Era de noche, después del
entrenamiento. La primera noche de abril.
Gaddiel comenzó a platicarme acerca del porqué quería dejar
el fútbol. Me confió que ya le era difícil concentrarse en la cancha. Me
confesó que era gay.
Yo no lo podía creer. ¡Mi hermano era gay y yo no lo sabía!
No sé cómo había podido no decírmelo, siempre nos platicábamos todo. Me dijo:
“Ya no quiero jugar más, pues quien me gusta está ahí todo el tiempo y me es
difícil concentrarme. Las cosas no me salen bien, como antes”.
Inmediatamente comencé a pensar en quién podría gustarle a mi
hermano, pero como él era el capitán del equipo todos lo querían, se llevaba
mucho con todos, no había alguien en específico con quien pudiera pasar más
tiempo. Era muy difícil tratar de averiguar quién era el susodicho.
Me
contó que esa persona también era mayor que nosotros. Pero eso era realmente
obvio, pues nosotros teníamos 19 años, los más chicos del equipo.
ꟷCuando
me di cuenta de que verdaderamente me gustaba, fue una noche después de un
juego. Yo lo miraba, lo admiraba, pero estaba completamente seguro de que esto
no funcionaria si seguía yendo a entrenar y a jugar. Lo único que ocasionaría sería
que me gustara más y más.
Lo alenté a que siguiera en el equipo, era su
pasión. Le aconsejé que solo ignorara a esa persona, que no le hiciera caso,
que no dejara que un individuo terminara con una actividad que él amaba. Pero se
negaba rotundamente. Su decisión ya estaba tomada: dejaría de jugar completamente.
Lo que había ocurrido antes, lo que había
escuchado no lo olvidaré nunca, pues mi hermano, mi gemelo, acababa de decirme
que era gay.
Pasaron los días y yo miraba cómo Gaddiel se
mostraba distraído en la escuela. Eso era muy raro de él, ya que siempre estaba
atento a las clases y era uno de los que participaba constantemente.
Nos encontrábamos en semana de exámenes. Era
una semana larga, pues teníamos muchas cosas que estudiar.
El viernes, después de un día pesado en la
escuela, llegamos a casa. Mamá nos estaba preparando la comida. Ella no sabía
nada acerca de lo que pasaba con Gaddiel. Él fue muy discreto con ese asunto y
yo también. Era mi deber no andar por ahí, por todos lados, hablando de eso.
La tarde de aquel viernes, mi hermano iría a
platicar con el coach para decirle personalmente
que ya no formaría parte del equipo.
Yo estaba ahí cuando le informó acerca de su
determinación. Le partió el corazón haber tomado esa decisión y al entrenador
le pesó perder a su mejor jugador.
Ninguno del equipo quería que se fuera, pero él
ya estaba decidido.
Lloró mucho esa noche.
Me acuerdo perfectamente que era el 19 de abril
cuando descubrí, por fin, de quién estaba enamorado Gaddiel. Lo descubrí cuando
entré al cuarto, nuestro cuarto, y él observaba unas fotos del que había sido
su coach. Lo veía con esos ojos tan hermosamente
brillantes que tenía, sonreía tan feliz y sinceramente, lo miraba lleno de
amor. Lo apreciaba como un artista a su obra.
Ahí estaba la respuesta a todas las preguntas
que me había planteado, al porqué mi hermano había dejado tan repentinamente el
equipo, quién era la persona que lo traía tan distraído, de quién estaba tan
enamorado, por culpa de quién le iba tan mal en la escuela.
Cuatro días después, al entrar al cuarto, al
que fue nuestro cuarto, lo encontré ahí, tirado, pálido, sin respirar, sin
pulso, muerto.
El día más triste de mi vida, 23 de abril del
2016.
Mi hermano se había suicidado por tener un
amor imposible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario