jueves, 29 de junio de 2017

Amor en la cancha




Íbamos caminando de regreso a casa. Era de noche, después del entrenamiento. La primera noche de abril.
Gaddiel comenzó a platicarme acerca del porqué quería dejar el fútbol. Me confió que ya le era difícil concentrarse en la cancha. Me confesó que era gay.
Yo no lo podía creer. ¡Mi hermano era gay y yo no lo sabía! No sé cómo había podido no decírmelo, siempre nos platicábamos todo. Me dijo: “Ya no quiero jugar más, pues quien me gusta está ahí todo el tiempo y me es difícil concentrarme. Las cosas no me salen bien, como antes”.
Inmediatamente comencé a pensar en quién podría gustarle a mi hermano, pero como él era el capitán del equipo todos lo querían, se llevaba mucho con todos, no había alguien en específico con quien pudiera pasar más tiempo. Era muy difícil tratar de averiguar quién era el susodicho.
Me contó que esa persona también era mayor que nosotros. Pero eso era realmente obvio, pues nosotros teníamos 19 años, los más chicos del equipo.
ꟷCuando me di cuenta de que verdaderamente me gustaba, fue una noche después de un juego. Yo lo miraba, lo admiraba, pero estaba completamente seguro de que esto no funcionaria si seguía yendo a entrenar y a jugar. Lo único que ocasionaría sería que me gustara más y más.
Lo alenté a que siguiera en el equipo, era su pasión. Le aconsejé que solo ignorara a esa persona, que no le hiciera caso, que no dejara que un individuo terminara con una actividad que él amaba. Pero se negaba rotundamente. Su decisión ya estaba tomada: dejaría de jugar completamente.
Lo que había ocurrido antes, lo que había escuchado no lo olvidaré nunca, pues mi hermano, mi gemelo, acababa de decirme que era gay.
Pasaron los días y yo miraba cómo Gaddiel se mostraba distraído en la escuela. Eso era muy raro de él, ya que siempre estaba atento a las clases y era uno de los que participaba constantemente.
Nos encontrábamos en semana de exámenes. Era una semana larga, pues teníamos muchas cosas que estudiar.
El viernes, después de un día pesado en la escuela, llegamos a casa. Mamá nos estaba preparando la comida. Ella no sabía nada acerca de lo que pasaba con Gaddiel. Él fue muy discreto con ese asunto y yo también. Era mi deber no andar por ahí, por todos lados, hablando de eso.
La tarde de aquel viernes, mi hermano iría a platicar con el coach para decirle personalmente que ya no formaría parte del equipo.
Yo estaba ahí cuando le informó acerca de su determinación. Le partió el corazón haber tomado esa decisión y al entrenador le pesó perder a su mejor jugador.
Ninguno del equipo quería que se fuera, pero él ya estaba decidido.
Lloró mucho esa noche.                           
Me acuerdo perfectamente que era el 19 de abril cuando descubrí, por fin, de quién estaba enamorado Gaddiel. Lo descubrí cuando entré al cuarto, nuestro cuarto, y él observaba unas fotos del que había sido su coach. Lo veía con esos ojos tan hermosamente brillantes que tenía, sonreía tan feliz y sinceramente, lo miraba lleno de amor. Lo apreciaba como un artista a su obra.
Ahí estaba la respuesta a todas las preguntas que me había planteado, al porqué mi hermano había dejado tan repentinamente el equipo, quién era la persona que lo traía tan distraído, de quién estaba tan enamorado, por culpa de quién le iba tan mal en la escuela.
Cuatro días después, al entrar al cuarto, al que fue nuestro cuarto, lo encontré ahí, tirado, pálido, sin respirar, sin pulso, muerto.
El día más triste de mi vida, 23 de abril del 2016.
Mi hermano se había suicidado por tener un amor imposible.



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