lunes, 26 de junio de 2017

Mi vida en la lectura y la escritura




Me llamo Alejandra Beltrán, tengo 16 años y nací el 7 de noviembre de 1999 en Mexicali, B.C.

No me considero una persona a la que le apasione la lectura, pero sí disfruto de alguno que otro libro. Comencé a leer en tercero de kínder, con textos fáciles y pequeños, puesto que apenas empezaba a reconocer los sonidos de las letras y sus nombres. 

Salí del jardín de niños aprendiendo a leer. Aún no lo hacía de corrido, pero eso era lo de menos, porque cuando entré a primaria fui progresando. 

Una vez en ese nivel escolar terminé de perfeccionar mi habilidad y comencé a leer en inglés. Igualmente, empecé de poco a poco. Confundía los sonidos de las letras con su sonido en español, pero no se me dificultó tanto, puesto que desde chica las caricaturas, películas, canciones, etcétera, las he escuchado siempre en inglés. Lo que batallé fue mínimo. Para avanzar en ese segundo idioma todos los fines de semana me dejaban de tarea que leyera un pequeño cuento; en casa tenían que tomarme el tiempo y anotar las palabras que no pronunciaba bien o tardaba en pronunciarlas, para que las mejorara.

También en la primaria entré a un concurso de cuentos. Escribí un texto corto, que apareció en una antología junto con otros cuentos de mis compañeros, y gané una enciclopedia.

Cuando pasé a segundo grado mi lectura comenzó a mejorar. Leía de corrido en español e inglés, y esto fue porque llevaba un libro grande y grueso para la materia de este último idioma, que contenía bastantes historias muy interesantes. Lo usé por seis años, es decir, toda mi primaria. Ese libro fue una de las razones por las cuales creí que la lectura no era lo mío. 

Por el otro lado, en español siempre tenía que leer, aunque fuera un pequeño texto en un libro de ciencias naturales o historia. Esta actividad estaba presente y así fue por toda la primaria.


En secundaria y prepa

Después de seis largos años pasé por fin a secundaria. Ahí leía el doble que en la primaria, y fue cuando descubrí que sí me gusta hacerlo; lo único que me molesta es que me asignen un tema en específico, de forma obligatoria. Me percaté de ese gusto con los libros de amor y de motivación personal; son mis favoritos hasta la fecha. Pero no me agradó cuando me encargaron que leyera El principito y El señor de las moscas, dos obras que no fueron de mi agrado. Ética para Amador fue otro de los libros con los que batallé, no era muy interesante para mí.

En segundo de secundaria leí Bajo la misma estrella, y fue el primer libro que terminé. Ahí me di cuenta de que el romance y el drama eran el tipo de obras que yo buscaba. 

En ese mismo año entré a un concurso de cuentacuentos. Podías relatar tu propio cuento o uno ya escrito. Yo decidí relatar uno de otro autor y no me fue muy bien. 

En la secundaria dejé muchos libros sin terminar y me di cuenta de que la escritura también me gusta. Pero no hablo sobre poemas, sino acerca de mis sentimientos, experiencias, etcétera.  Precisamente en tercer grado tuve que poner en práctica mis conocimientos en la escritura; pero, como ya lo mencioné, para poemas y calaveras no soy muy buena. Intenté crear un poema, pero no salió como lo esperaba, al igual que una calavera para el Día de Muertos. Ocupé mucho de mi tiempo para que las ideas brotaran.

Por último, ingresé a la prepa y en mi primer semestre nos pusieron a leer dos libros para nuestro tercer y último periodo. Estos eran: Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo y Un mundo feliz. El que menos pensé que llamaría mi atención lo hizo: Aristóteles y Dante fue mi favorito.

Para segundo semestre, en mi clase de historia leí Las muertas. Una obra muy interesante, pero, como no era de mi tipo favorito y aparte me la asignaron, no la disfruté mucho. 

Disfruto mucho la lectura hasta la fecha, pero disfruto aún más escribir. Todavía anoto, al final de mis libros, pensamientos o ideas que vienen a mi mente en el momento.

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